No son los tiranos los que crean oprimidos, sino al revés. 

H. Maturana.

Los padres permisivos

Existe un modo de interacción familiar, por desgracia bastante común en la sociedad actual, que si se radicaliza genera conflictos entre sus miembros, produce hijos irresponsables y rebeldes que tardan en independizarse.

No olvidemos que la familia se caracteriza por ser una comunidad con una estructura jerárquica donde los padres se sitúan en el vértice, ya que tienen la experiencia y deben ser una guía, y los hijos en la base.

Lo que ocurre en una familia democrática-permisiva es que la relación se vuelve recíproca, es decir se transforma una relación vertical y estructurada en una relación entre iguales, antiautoritaria, de amigos.

Los padres deben ser un modelo estable a seguir y ser capaces de mantener una actitud firme y decidida con el objetivo de conseguir hijos que se responsabilicen de sus propias acciones. Esto será difícil conseguirlo si las condiciones son de igualdad, si la relación entre padres e hijos está al mismo nivel.

El modelo democratico-permisivo familiar

En el modelo permisivo-democrático de familia todos los miembros de la familia disfrutan de los mismos derechos, las decisiones se toman en consenso, las reglas se pactan y no hay castigos, los padres no intervienen y si lo hacen es débilmente, para hacerse escuchar no utilizan la autoridad y son incapaces de marcar terreno, normalmente los hijos no tienen obligaciones y los padres piden las cosas explicando: “estudia para obtener un buen trabajo y poder ser alguien en la vida”.

Dejando total libertad a nuestros hijos ayudamos a que no interioricen las reglas y las normas a las que atenerse, dejando crecer las malas hierbas en nuestro jardín.

Además los padres permisivos en general tienen menor capacidad de argumentación y autoafirmación, tratan de conseguir la paz sin conflictos, asumiendo una posición de inferioridad frente a sus hijos, convirtiéndose en sus rehenes y los hijos en tiranos que amenazan a sus padres si no se hace lo que ellos desean.

La permisividad y la rendición reiterada de los padres para que no haya conflictos alimenta la tiranía del hijo, porque consigue lo que quiere volviéndose más exigente y agresivo.

Un adolescente tirano hacia sus padres sufre mucho por las pérdidas de control que experimenta, normalmente se arrepiente de los insultos y amenazas pero es incapaz de regular su conducta y calmar su mal humor.

Ante una “ciudad sin ley” ni consecuencias es improbable que los hijos recojan su habitación, se hagan la cama, pongan y quiten la mesa. Los padres intentarán poner normas que no se respetarán y en su lugar proponen otras más blandas.

Los hijos ven como un signo de debilidad de los padres la incapacidad de marcar reglas, seguramente comentarán a sus amigos: “mis padres son unos calzonazos, no puedo contar con ellos”.

La docilidad sinónimo de debilidad, hace que el hijo no tenga un referente fuerte en el que apoyarse en caso de dificultades en su vida. No encuentra el sostén que necesita y la tragedia viene cuando se convierte en héroes los compañeros transgresivos que no demuestran tener miedo a nada, cuando se siente atraído por el camorrista de turno o por el que tira piedras en la autopista.

El adolescente rebelde necesita unos padres capaces de restaurar una sana jerarquía familiar, tomando las riendas y la autoridad perdida.

Ambos padres deben estar en el mismo bando, la conducta de uno debe ser apoyada por la del otro, así el hijo verá un frente firme y no se aprovechará del más débil.

Recuperar la autoridad como padres significa dejar a un lado el rol de víctimas y tomar las riendas de la relación con una actitud firme y determinante con los hijos, significa “tolerancia cero” ante su agresividad y establecer normas para que conquisten sus privilegios.

Así como el líder de una manada ayuda a promover la unidad y el orden de sus miembros, ayuda a reducir conflictos y la probabilidad de conductas agresivas, perpetuando la supervivencia de su especie; así unos padres que establezcan una sana jerarquía familiar conseguirán hijos autónomos y el respeto y admiración que merecen.

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Belén Silván Oró

Belén Silván Oró. Licenciada en Psicología. Colegiada nª M-12091.
Especialista en Terapia Breve Estratégica. Especialista en Intervención en Ansiedad y Estrés. Especialista en Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica. Experta en Hipnosis Ericksoniana. Experta en Neuropsicología Clínica y en Rehabilitación Neuropsicológica del Deterioro Cognitivo.

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