Me quiero morir, no quiero hacer los deberes, la vida es una mierda, nadie me quiere, todos me odian, te odio, me quiero suicidar…

 

No penséis que esta reacción es provocada por un duro revés, estas palabras las dice un niño de 11 años simplemente porque le acaban de cambiar un plan.

El enfado hacia si mismo, hacia los demás y hacia el mundo es la vía de comunicación de los “niños rotos”. El oposicionismo y la agresividad es su lenguaje.

He llamado “rotos” a los niños que desde bebés o desde que tienen sus primeros recuerdos conviven en un ambiente constante de conflicto en familia, a aquellos niños cuyos padres a diario discuten y rivalizan abiertamente delante de ellos.

Son “niños rotos” aquellos que tras un divorcio se les alecciona sobre las maldades de su padre por parte de la madre y otros familiares, y/o sobre las de su madre por parte de su padre u otros familiares, obligándoles a tomar partido por uno de los dos progenitores.

Si ambos padres cuidan de la integridad física y psicológica de sus hijos, no habrá espacio para los comentarios negativos hacia la pareja delante del niño, ya que al margen de que la información sea o no cierta, es indeseable inmiscuir al niño en las miserias de los padres y hacerles partícipes de sus peleas.

Los niños no poseen las capacidades emocionales que tenemos los adultos, su personalidad aún no está formada, no son tan hábiles en manejar las conductas y las emociones, no tienen tantos recursos para gestionar la frustración y el estrés como nosotros.

La manipulación infantil es muy frecuente en niños cuyos padres separados mantienen una rivalidad activa y visible. El progenitor dolido infringe un castigo al otro progenitor a través de su hijo. Lo más frecuente es hablar mal del contrario, insultarle y explicarle todo tipo de agravios.

Es un lavado de cerebro en toda regla el que se le hace al niño cuando se critica a su padre o a su madre por parte del progenitor o familiares cercanos. El niño hace suyos los comentarios que escucha, los repite, es él el que empieza a odiar identificándose con el padre o la madre.

Si la madre o el padre desahogan así su insatisfacción delante del niño consiguen hacer aflorar en él un cóctel de emociones que no pueden procesar, este estrés se traducirá en problemas de conducta, enuresis, miedos y otros problemas psicológicos.

El estrés en la infancia produce quejas físicas y de conducta como dolores de tripa, dolores de cabeza, enuresis, negación de ir al colegio, pesadillas, insomnio, miedo a la oscuridad, ansiedad de separación, oposicionismo, enfado y rabietas, agresividad contra si mismo y contra los demás.

Además si el estrés es la consecuencia de una relación de pareja cuyo escaparate muestra abiertamente el conflicto entre los padres, tendremos niños enfadados y que nunca sonríen, cuyas relaciones sociales fracasan por la agresividad que manifiestan hacia los demás niños.

No todos los niños de padres separados reaccionan como un volcán en erupción cuando se les contradice o se les exige que obedezcan. No todos los niños de padres separados tienen unas emociones negativas tan intensas.

No todos los niños de padres separados muestran conductas tiranas hacia sus iguales, no todos. Sólo aquellos que viven repetidamente la tensión entre los padres.

En el interior de estos niños algo se ha quebrado, dejando al descubierto una fragilidad que tiende a mantenerse en la edad adulta y que se manifiesta con inseguridad, baja autoestima, desconfianza hacia los demás. Son niños propensos a buscar en la adolescencia el placer con las drogas, el alcohol o la violencia. O a sumergirse en los videojuegos porque son rechazados por los niños de su misma edad.

Los niños son moldeables, no les moldees a tu imagen y semejanza si no has superado tu dolor y sientes rabia hacia tu pareja/expareja. Pide ayuda, el psicólogo es el profesional más capacitado para ayudarte a asimilar una separación traumática y a manejar la rabia, y darte pautas para ayudar a tu hijo.

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Belén Silván Oró

Belén Silván Oró. Licenciada en Psicología. Colegiada nª M-12091.
Especialista en Terapia Breve Estratégica. Especialista en Intervención en Ansiedad y Estrés. Especialista en Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica. Experta en Hipnosis Ericksoniana. Experta en Neuropsicología Clínica y en Rehabilitación Neuropsicológica del Deterioro Cognitivo.

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