Hay personas que funcionan complaciendo las necesidades de los demás, ignorando las suyas propias, adaptándose como un camaleón a los deseos de la pareja, del amigo, del conocido, e incluso del desconocido.
Es como si tuvieran un radar para rastrear lo que necesita el prójimo y lo ofrecen para sentirse conectados al otro, descuidando sus propias necesidades.
Este acto de altruismo continuo se convierte en su peor enemigo. Es una esclavitud autoimpuesta, que con el tiempo se vuelve más exigente, aumentando la frecuencia e importancia de las peticiones por parte de los demás.
Lo que parece fortalecer la relación en un principio, a la larga genera en la persona una sensación de vacío, de que tiene valor por lo que se hace y no por lo que se es, de esta manera disminuye nuestra autoestima.
La relación que se establece con los otros es asimétrica, siempre se aceptan las demandas de los demás, “sí a todo” y no exige nada. Las personas que mantienen ese patrón de conducta de aceptar cualquier petición y llevarla a cabo, pierden de vista su perspectiva, sus deseos y abandonan cualquier objetivo personal.
Son cadenas de favores que se convierten con el tiempo en obligaciones.
Las relaciones sanas generan felicidad a ambas personas, cuando uno de ellos se siente presionado, agobiado, estresado ante una petición, debe hacer caso a su fuero interno y preguntarse si quiere hacerlo y pensar que siempre se tiene una alternativa y el derecho a negarse.
La seguridad en uno mismo se desarrolla diciendo “no” a las peticiones abusivas o exigentes, aquí entra en juego la asertividad, esa habilidad para relacionarnos libremente expresando nuestras emociones, pero sin usar la agresividad ni la pasividad. Somos asertivos cuando nos sentimos libres de decir lo que pensamos, sin faltar al respeto al prójimo.
Como un baile en pareja que necesita a los dos miembros en sintonía, así la relación social supone dar y recibir, dejar a un lado nuestros deseos y ponernos en el lugar del otro, anticipar lo que quiere y ofrecérselo sin marcar un limite nos convierte en esclavos de los demás.
¿Y nosotros? ¿donde estamos? ¿somos el último de la fila?
Llevo un tiempo que no descanso, que como poco, que cuesta sonreír. He pasado por el aro y he hecho cosas que no me hacen feliz…..tengo la bandeja llena de peticiones, de mil favores y absolutamente nadie pregunta por mi……
Si elijo ser mi prioridad no es cuestión de egoísmo….el tiempo de calidad parte dedicado a uno mismo. Y si no me sale del corazón voy a aprender a decir que no….
(Rozalén. La sonora Santanera. Que no, que no)
Belén Silván Oró. Licenciada en Psicología. Colegiada nª M-12091.
Especialista en Terapia Breve Estratégica. Especialista en Intervención en Ansiedad y Estrés. Especialista en Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica. Experta en Hipnosis Ericksoniana. Experta en Neuropsicología Clínica y en Rehabilitación Neuropsicológica del Deterioro Cognitivo.