La infancia es el sueño en el que se comprende lo que todavía no se sabe.

Muriel Barbery.

 

Si pusiéramos en una balanza la autoestima el peso final podría descomponerse en diferentes ingredientes cada cual con su peso específico que determinaría el mayor o menor grado de confianza hacia uno mismo.

Entre los ingredientes de la autoestima estarían ciertos rasgos de personalidad como la extraversión-introversión, que pueden favorecer o impedir experimentar contacto social influyendo en el nivel de confianza hacia el entorno y los demás.

La introversión en sí no determina el desarrollo de una fobia social si el niño se mantiene en un ambiente estimulado y se le favorece la autonomía.

Los niños con mayor confianza en si mismos son aquellos que han experimentado más y evitado menos, y por tanto se han expuesto con más frecuencia al intercambio de emociones, pensamientos y conductas con otros niños o con los adultos, logrando con mayor probabilidad situaciones de éxito que los niños más evitativos.

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La autoestima hace referencia al amor que sentimos por nosotros mismos, y esto está influido por la representación que tengo de mí mismo, es decir, por un conglomerado de aspectos físicos y psicológicos que forman un todo cohesivo, lo que pienso de mi persona.

Como seres que vivimos en sociedad, esta representación se forma con el contacto de los padres y hermanos en la familia, con los compañeros y profesores en la escuela etc. Se adquiere con los comentarios que nos hacen los demás de nosotros mismos, con lo que nos dicen que se espera de nosotros etc.

Por ello el papel de los padres, tutores, profesores es crucial para facilitar un desarrollo adecuado de la estima personal, a través de nuestra estimulación y potenciación de su curiosidad conseguiremos que el niño experimente nuevas sensaciones acordes a su edad.

Un niño con buena autoestima se sentirá seguro de lo que hace y de lo que dice, normalmente expresa lo que piensa, me muestra alegre y quiere compartir sus anécdotas.

La mayor o menor timidez que tenga un niño va a repercutir directamente en el numero de intercambios sociales que haga y en el numero de consecuencias positivas que recibirá.

Los niños más tímidos para sentirse felices deben estar expuestos a experiencias sociales positivas. Esto puede hacerse indirectamente a través de sus padres si muestran un modelo de personas sociables, que les gusta el contacto con los demás, como de manera directa fomentando las actividades del niño en grupo.

Existe un continuo entre la timidez, el miedo o ansiedad social y la fobia social que va de menor a mayor gravedad de síntomas y limitación de la vida de la persona.

Como señala I. M. Marks el miedo al extraño que se observa en niños entre los 8 y 24 meses no se puede explicar desde la visión de nuestra actual sociedad pero sí desde el punto de vista evolucionista. Puede haber aparecido como protección contra el abuso de los congéneres, muchas especies matan a los de su propia especie incluido el hombre.

El miedo en las relaciones sociales no tiene porque provenir solo del desconocido sino que se refiere a la amenaza que se experimenta ante el propio grupo. Como es el caso de muchos niños en edad escolar que experimentan ansiedad al relacionarse con sus compañeros.

No existen datos que apoyen empíricamente que la ansiedad social se transmita genéticamente, aunque en el caso de la timidez parece haber un cierto apoyo pero los estudios no llegan a ser concluyentes.

Los niños tímidos necesitan recorrer una distancia más larga para sentirse seguros y relajados con otros niños porque tienen la tendencia de quedarse en su espacio de seguridad, bajo la protección de sus padres.

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Como es normal sentirse nervioso ante las situaciones nuevas, estos niños más tímidos deben aprender que esa es la señal para seguir adelante, que el miedo deja de ser miedo para convertirse en valor. Así podrán sentirse patrones de su propio barco y no avestruces que esconden la cabeza, y nosotros tenemos un papel protagonista en ello.

Por este motivo abro un ciclo de artículos en mi blog para abordar la temática de cómo mejorar la autoestima y proteger a los niños de la fobia social.

 

Una autoestima solida es la mejor herramienta que podemos dar a nuestros hijos para superar sus dificultades.

Belén Silván.

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Belén Silván Oró

Belén Silván Oró. Licenciada en Psicología. Colegiada nª M-12091.
Especialista en Terapia Breve Estratégica. Especialista en Intervención en Ansiedad y Estrés. Especialista en Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica. Experta en Hipnosis Ericksoniana. Experta en Neuropsicología Clínica y en Rehabilitación Neuropsicológica del Deterioro Cognitivo.

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