Primero te ignoran, luego se ríen de ti, luego luchan contigo, luego ganas tú.

Mahatma Gandhi.

El acoso durante la infancia deja una marca en la personalidad que se está formando y trastoca las emociones, conductas y pensamientos del futuro adolescente y adulto. El niño ya no será el adulto que pudo ser aunque puede salir fortalecido si se detecta a tiempo.

Como el agua que con su paso constante erosiona las rocas hasta producir un desgaste y dejar a la vista su fragilidad, el acoso escolar o bullying durante años paraliza el desarrollo de los recursos del niño.

El niño pasa una gran parte de su tiempo en la escuela, por lo que el impacto del acoso escolar es suficientemente importante como para ser responsable de un desgaste emocional lento y constante que crea una brecha, entre lo que es y lo que podría llegar a ser, porque aún no ha consolidado su autoestima.

De hecho la sensación de valía, como bien señalan los expertos en Psicología infantil, se desarrolla con las relaciones. Los niños forjan su autoestima a través de experiencias con sus padres, hermanos, niños de su edad y con el mundo que les rodea, obteniendo refuerzo y lecciones que serán valiosas para superar los conflictos de su vida.

Todas las experiencias conforman la personalidad del niño, aunque éstas hayan sido negativas su impacto se ve amortiguado por el apoyo que haya disponible en su entorno, es decir, por las figuras significativas de los niños, que hacen de protección contra la ansiedad, la frustración, el dolor y la rabia.

Los niños expuestos a cambios estresantes en sus vidas, por ejemplo sometidos a separaciones de los padres, cambios de colegios, si tienen a su lado la posibilidad de expresarse, apoyarse en un modelo estable, cariñoso, pueden salir fortalecidos de dichas vivencias. Muchos estudios sobre la resiliencia o la capacidad de salir adelante tras una experiencia traumática demuestran esta idea.

Los niños sometidos a un estrés crónico, como es el caso de ser víctimas de insultos, vejaciones y marginación constante entran en un estado de indefensión aprendida. Esté estado queda ilustrado en los experimentos con animales cuando se aplican descargas inescapables a ratas y luego se les daba la posibilidad de escapar, estas se quedaban inmóviles porque habían aprendido a no defenderse.

Un niño que sufre acoso se empieza a poner nervioso cuando está en grupo, se siente inferior a los demás, empieza a aislarse porque los demás le rehúyen o ignoran. Con el tiempo crece la ansiedad,  la vergüenza a salir a la calle y la sensación de inferioridad.

Estos niños al principio se preguntan porque son objetos de burlas, no lo entienden, tratan de ser queridos por los demás, tener amigos y agradar, en definitiva encajar por lo que intentan ser como los demás, reírse de las mismas bromas, hacer lo que los otros hacen. Pero ya están marcados por el grupo como “indeseables” y cuanto más intentan luchar por ser aceptados más obtienen el rechazo, generándoles un estado de rendición, de parálisis emocional y conductual.

Cuando el niño sometido a acoso se vuelve adolescente puede bloquearse en sus relaciones y auto-aislarse del grupo; otras veces en cambio puede rebelarse contra sus iguales, ya no quiere ser como ellos, interiormente no desea pertenecer al grupo, aflora el resentimiento y las fantasías de venganza.

Un adolescente de estas características puede convertirse en una bomba de relojería, la ira acumulada a través de los años puede ocasionar conductas violentas hacia si mismo y hacia los demás. Algunos ejemplos pueden ser: autolesiones, el suicidio, pertenecer a grupos radicales, participar en carreras de coches ilegales, consumir drogas y alcohol, y cometer asesinatos en masa.

La crueldad humana existe desde inicios de la historia, mismamente podemos remitirnos al nazismo. En nuestros días: ¿cómo es posible que un grupo de niños  empiece a marginar a un niño? Generalmente hay un líder que es el que inicia el acoso, y en grupo cometen actos de crueldad dejando su individualidad al margen, haciendo cosas que nunca harían como individuos aislados. El grupo justifica la crueldad, la marginación, “todos lo hacen”, dejándose manipular por el líder. Este grupo se alimenta con la sumisión y el silencio de la víctima de acoso y experimenta una especie de poder que hace que continúe.

35. mandar-callar

El silencio es el mejor alimento para los acosadores. Es responsabilidad de todos detectar y frenar casos de acoso y violencia escolar, informando al centro escolar si sospechamos que alguien lo está sufriendo y proporcionando tratamiento psicológico para recuperar la valía personal dañada.

La figura del psicólogo ayudará al niño o adolescente acosado a respetarse, a quererse y valorarse, dejando atrás el pasado y vivir un presente sin miedo.

La violencia florece cuando los hombres temen hablar y actuar contra ella.

Morris West.

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Belén Silván Oró

Belén Silván Oró. Licenciada en Psicología. Colegiada nª M-12091.
Especialista en Terapia Breve Estratégica. Especialista en Intervención en Ansiedad y Estrés. Especialista en Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica. Experta en Hipnosis Ericksoniana. Experta en Neuropsicología Clínica y en Rehabilitación Neuropsicológica del Deterioro Cognitivo.

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