La educación oficial no te enseña la educación en el amor (…), en el respeto del otro, en el respeto de ti.

Françoise Dolto.

En las familias los niños aprenden de sus padres o figuras significativas a través del modelado o del aprendizaje por observación. Este es el aprendizaje más instintivo a través de la experiencia, que nos moldea como una vasija dando forma al adulto que seremos.

Por ello es sumamente importante la imagen que damos a nuestros hijos a través de nuestra conducta y comentarios cotidianos.

Algunos estudios indican que los familiares de primer grado con fobia social lanzan mensajes a sus hijos que ayudan a cristalizar la ansiedad social.

¿Podemos entonces facilitar la fobia social?

Podemos facilitarla si damos al niño mensajes verbales directos como: “Ten cuidado en la fiesta”, “Si vas así se reirán de ti”, “A ver si se van a burlar de ti”, “No hagas el ridículo”, “Mira que eres tímido”

También los mensajes verbales dañinos pueden ser indirectos, cuando se habla con otros padres delante del niño como si no estuviera presente: “Mi hijo es muy tímido”, “no es capaz de ir solo a ningún sitio”, “ es muy miedoso”

Debemos de tener cuidado con estos comentarios porque aquí interviene lo que llamamos el Efecto Pigmalión en la familia. Las expectativas que tenemos de nuestros hijos incitan a que actúen de la forma que se espera de ellos. Con nuestros comentarios tanto positivos como negativos influimos en su conducta, estamos lanzando profecías auto-cumplidas.

Siguiendo el Efecto Pigmalión nos aprovecharemos de sus ventajas a través de comentarios más positivos hacia nuestro hijo, que provoquen un aumento de su autoestima.

Por ejemplo podemos sustituir los comentarios de incapacidad por otros como los siguientes: “Lo pasarás bien en la fiesta porque eres un niño muy simpático”, “Cada vez te veo más relajado con los demás niños”, “Todo irá bien”, “Te estás convirtiendo en un niño valiente”, “Tu puedes con ello, yo te miro desde aquí”, “¿Haber que bien lo haces?”, “¡Muy bien como un niño mayor!”

Los padres pueden transmitir creencias acerca de logar un gran desempeño, de la necesidad de ser el primero que generan ansiedad: “Las cosas hay que hacerlas muy bien”, “Si no logras eso no serás nadie en la vida”, “Tienes que ser el mejor”, “No puedes fallar”… Estos comentarios de marera reiterada normalmente generan estrés en el niño mermando sus capacidades para conseguir sus objetivos.

Así mismo los padres que no se sienten a gusto en las situaciones sociales suelen dar muestras de ansiedad en esas situaciones y los niños pueden sentir su malestar e imitar su conducta y empezar a temer esas situaciones.

Del mismo modo los niños aprenden las conductas positivas o adecuadas a través de la observación.

El niño puede aprender a no tener miedo a través de nuestra conducta, podemos ayudarle dándole ejemplos de asertividad cuando nos relacionamos con los demás.

Ser asertivo significa que tú mismo y otras personas conocen lo que tú quieres, lo que te gusta, consiste en tener las habilidades sociales desarrolladas para expresarnos libremente sin hacer daño a nuestro prójimo y siendo fieles a nosotros mismos, en definitiva relacionarnos sin agresividad, ni pasividad.

Un ejemplo de asertividad puede ser rechazar una petición dando las gracias pero diciendo que no nos interesa por el momento, o pedir algo prestado con amabilidad y sin exigencias, o realizar una queja con trato respetuoso.

Si el niño ve este tipo de conductas asertivas cuando nos relacionamos con otros adultos, será más probable que las introduzca en su modo habitual de interacción con otros niños. Así mismo aprenderá que no hay que temer las relaciones sociales y tendrá un modelo a seguir para aprender a actuar con mayor soltura y habilidad social.

 

El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día.

Leon Battista Alberti.

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Belén Silván Oró

Belén Silván Oró. Licenciada en Psicología. Colegiada nª M-12091.
Especialista en Terapia Breve Estratégica. Especialista en Intervención en Ansiedad y Estrés. Especialista en Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica. Experta en Hipnosis Ericksoniana. Experta en Neuropsicología Clínica y en Rehabilitación Neuropsicológica del Deterioro Cognitivo.

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